Agarrado a una cuerda y subiendo
Jane Collins miró a través de la ventana de la cabina para observar un panorama igualmente terrorífico y bello: un mar de nubes tormentosas que cubrían todo el cielo bajo ella hasta donde la vista alcanzaba. Cerrando fuertemente los ojos, deseó que la cuerda del ascensor no se rompiera…
Este es un párrafo típico que, pese a ser de mi invención, se podría leer en novelas como “La Telaraña entre los Mundos”, “Las Fuentes del Paraíso” o la famosa “Trilogía de Marte”. Y es que en todas estas novelas aparece un artefacto común: “El Ascensor Espacial”.
Pero… ¿qué es un ascensor espacial? Si vuestras rápidas mentes están pensando que el término puede estar asociado a alguna compleja construcción orbital alimentada con energía atómica y capaz de destruir el universo (no, no penséis en el LHC) siento deciros que estáis equivocados, pues el ascensor espacial no es ni más ni menos que eso, un ascensor para ir al espacio.
La idea básica consiste en tender un cable entre alguna zona de la tierra, preferiblemente en el océano para poder compensar los movimientos del cable debido a condiciones atmosféricas adversas; y una estación espacial situada en órbita geosíncrona con la Tierra. De esta manera, se podría ascender a una órbita baja terrestre sin necesidad de consumir grandes cantidades de combustibles térmicos, solamente adhiriendo una cabina de ascensor al cable y recorriéndolo con la ayuda de un motor eléctrico.
Por supuesto, las primeras menciones al ascensor espacial fueron realizadas en las novelas de ciencia ficción, mostrando al mundo que, como siempre, un buen escritor se adelanta los logros científicos de cualquier época. La primera novela publicada en la que aparece un ascensor espacial es “Las Fuentes del Paraíso” (Fountains of Paradise) de Arthur C. Clarke. En ella, un grupo de ingenieros diseña y construye un ascensor espacial en alguna zona de África. A la par que Clarke, otro escritor inglés sugiere la idea del ascensor espacial en una de sus novelas; éste es Charles Sheffield en su novela “La Telaraña entre los Mundos”.
Desgraciadamente para este último, pese a haber escrito su novela antes que Clarke y ser por ello el verdadero padre del ascensor espacial en la literatura; su novela fue publicada unos meses más tarde que la de su colega, siendo el atribuyó el mérito a este, que junto al ascensor espacial se le atribuyen actualidad también la primera visión de un satélite geoestacionario.
Desde que estos dos escritores diesen a luz la idea del ascensor espacial, éste no ha sido un tema tan prolífico como otros en la literatura de ciencia ficción, aunque sí ha tenido varias apariciones a lo largo de este último siglo.
La idea del ascensor espacial aparecido en varias novelas como 3001: Odisea Final, también de Clarke; o la famosa trilogía sobre la terraformación de Marte: Marte rojo, Marte azul, Marte verde; en los cómics, como en el manga Battle Angel Alita; o incluso ha tenido su aparición en un videojuego de reciente edición y gran tirada como ha sido la trilogía Halo, de Bungie.
Pero no sólo en la ficción ha aparecido este útil artilugio. Actualmente es, y lo ha sido durante todo el siglo xx, junto con las nuevas lanzaderas seto la estación lunar, uno de los ingenios espaciales alrededor de los que más se investiga y especula. Ya desde 1960, algunos científicos han presentado artículos que han ido desde el absurdo hasta lo completamente serio alrededor de la idea de construir un verdadero ascensor espacial en la Tierra.
A través de todo está miríada de artículos y publicaciones científicas y pseudo-científicas, se han propuesto diversas soluciones a los problemas que aparentemente presenta el ascensor espacial. Uno de estos problemas está en mantener estable la órbita geosíncrona de la estación espacial a la que va ligada el cable. Para solucionar este problema la propuesta más aceptada es la de colgar al otro lado de la estación espacial, hacia el espacio, un cable de igual longitud que el que se tiende hacia la Tierra, o un sobrepeso, de manera que el centro de masas del sistema se mantenga sobre la órbita estable.
Sin embargo, el mayor problema al que nos enfrentamos en la construcción de un ascensor espacial es la búsqueda de un material lo suficientemente resistente como para soportar todo el peso del cable de más de 36000 kilómetros que se supone que se debería colgar y el de la cabina del ascensor. Este es el gran problema del ascensor espacial, la necesidad encontrar un material lo suficientemente resistente para construir el cable.
Hasta hace poco parecía que el ascensor espacial, debido a este gran problema, se iba a mantener dentro del terreno de la ciencia-ficción durante muchísimos años, sino para siempre. Sin embargo recientemente, y habló de los años 90, se ha encontrado un material que podría solucionarnos la vida la hora de construir el fuerte cable que necesita el ascensor. ¿Cuál es este material? Seguid atentos a FÍSICA1682010 y lo descubriréis en la próxima entrada.
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